Mucho más fotogénico de lo que cabría esperar
Convive con los emoticonos de nuestro teléfono de manera natural con su graciosa sonrisa y se ha adueñado de todo un museo: el Museo de la caca, Unko Museum, ha abierto sus puertas en Yokohama, Japón. Y es de lo más fotogénico.
A diferencia de otros espacios dedicados a los excrementos, de afán más científico y, digamos, realista, este es un museo en el que el colorido y la escenografía atrapan al visitante, que desea fotografiarse en todos sus rincones, incluso sentados en un inodoro.
Y es que, aunque los padres recientes se conviertan en expertos a la hora de diferenciar colores y texturas de las cacas del bebé, la verdad es que en sí las heces no son demasiado atractivas y, sin afán de ponerse demasiado escatológicos, las que podemos ver en este museo son artificiales.
El Unko Museum toma su nombre de una palabra japonesa coloquial, "Unko", para referirse a los excrementos, lo que en castellano sería "caca" o "popó". Desde luego, ya te da una idea de lo que se va a ver en su interior, más que si se llamara "Museo de la Mierda, de los Excrementos o de las Heces", cuando no esperaríamos encontrar las caquitas de colores e incluso a modo de apetecibles helados.
Y es que nada más asomarnos a este museo se ve que es el sumun del eufemismo y la dulcificación (literalmente: de ahí los cupcakes, las chucherías y los helados con forma de zurullo), de modo que cualquier caca nos va a parecer de lo más adorable.
Y es que ya en el país del Sol Naciente, como en tantos otros, las cacas no son tabú, hay quien colecciona artículos con forma de excremento, desde borradores a sujetalibros o caca de unicornio, y los chistes sobre las funciones corporales no son extraños.
En el Unko Museum de Yokohama el recorrido empieza con un vídeo antes de pasar a una sala con varios inodoros coloridos en los que sentarse, primera parada fotogénica. En la sala principal, una escultura en el techo hace las veces de piñata cada media hora. Y sí, lo que guarda en su interior son pequeñas cacas... de espuma.
Las heces voladoras de tonos pastel hacen las delicias de los visitantes a la hora de sacarse la mejor foto, así como el fondo con la palabra "caca" en varios idiomas, iluminadas en neón. Se puede jugar a aplastar cacas con mazos, a "hacer" la caca más grande gritando su nombre en japonés...
También demostrar tus habilidades en un videojuego donde no es un balón lo que hay que meter en la portería, o en una especie de "Space Invaders" donde llueven excrementos. El visitante también puede "bañarse" en una piscina de cacas, o hacer su particular dibujo para que cuelgue en la "sala de arte"...
No se puede negar que el Unko Museum ha convertido las heces en algo apetecible y divertido, nada escatológico y apto para todos los públicos y estómagos. Y, sobre todo, un paraíso para los instagramers ansiosos de escenarios originales y coloridos. De hecho, ya ha tenido que ampliar su apertura.
Comentarios
Publicar un comentario